Publicado por Instituto Kaizen Center de MAMBA RYU viernes, 9 de abril de 2010 en 13:07 0 Comments

Del Escritorio del Fundador:

“Sobre La Parábola de los Talentos

Ser culto es el único modo de ser libre.” Me gusta esa frase del poeta y revolucionario cubano José Martí; es alentadora y desafiante, y a la vez que muy, muy cierta. Ser culto, erudito, es el sine qua non (Latín por “sin esto no hay”) de la liberación personal y social. No obstante cabría preguntarse dos cosas. 1) ¿Ser culto es garantía de ser libre?, y 2) ¿se precisa de cierto tipo de cultura, un conocimiento específico, para lograr ese propósito? Las respuestas a lo anterior son “no” y “sí” y en ese preciso orden. Lo diré bien claro: Ser culto no es garantía de ser libre, se precisa de “sabiduría libertadora” para lograr ese estado mental, esa condición de vida. Por una parte, mientras que el conocimiento cultural de por sí no trae consigo la libertad, lo cierto es que sin ella no hay posibilidad de liberarse: Ser inculto es garantía de no ser libre. Esto es cierto sobre todo teniendo en cuenta que las cadenas que más nos ciñen y privan son las mentales, aquellas implantadas por el acondicionamiento social de nuestra crianza y que están constituidos por los esquemas más fundamentales de la cultura en la que nos criamos, los esquemas religiosos siendo los más arraigados. Ser ‘culto’ consiste en saber de ‘cultura.’ La falta de ‘cultura’, es decir, de conocimiento cultural, de ser ‘culto,’ es ser ignorante, y en cuanto a la libertad, la ignorancia de por sí trae consigo varios impedimentos inherentes.

El primer impedimento de la ignorancia es la apatía que trae consigo, el conformismo; el conformismo junto con la arrogancia, la soberbia del que se siente a gusto con su estado de ineptitud, de su ignorancia, promueve en sí mismo y en todo contacto social del que es partícipe – relación de pareja, familia, trabajo, comunidad, etc. – una condición de atraso oscurantista: el ignorante contamina, infecta. El segundo impedimento de la ignorancia – el ignorar – es que la ignorancia trae consigo la falta de conocimiento de posibles estados alternativos, de posibles futuros, de modelos de existencia potenciales, de identidades ideales, de condiciones de libertad. El tercer impedimento es que el ignorante es un colonizado, un esclavo, y ni siquiera lo sabe, y en parte no lo sabe porque no tiene ni idea de que exista una alternativa a su condición y mucho menos en qué consistiría esa alternativa. Sólo con la educación podemos tener la sapiencia de lo que es posible, de nuestro potencial, y de los pasos necesarios para lograr esos estados alternativos, esos futuros posibles, esos modelos de existencia potenciales, esas identidades ideales.

También me inquieta la frase, “Ser culto es el único modo de ser libre,” dado toda la falta de cultura que veo a mí alrededor, y el conformismo de las personas con su propia incultura, con su propia ignorancia. “La ignorancia es muy atrevida” decía Doña Sequeiros, una profesora de biología que tuve en el bachillerato en España; era su frase favorita cuando alguien se equivocaba de respuesta u ofrecía una idea completamente desligada de un conocimiento que lo respaldara. “Aquí,” que sería lo mismo que decir, “a doquier,” la gente no para de demostrar su incultura, su estado de barbarie; no digamos la increíble rudeza, atraso, y superstición que representan las celebraciones religiosos como los de la Semana Santa. Viendo un noticiero mexicano en el que se captaban escenas de estas celebraciones me puse a pensar por un momento lo que deben – lo que sé que están – pensando los países anglosajones, protestantes, de este obscurantismo católico. Sentí vergüenza ajena, y sentí algo de la futilidad de querer traer cualquier tipo de cambio a estos obcecados. Cambiando de perspectiva y pensando no como un “revolucionario libertador” sino como un “imperialista explotador” sería no muy difícil justificar la colonización, la explotación, la esclavitud de estas gentes. El fanatismo con el que se dedican a sus celebraciones a creencias retrógradas se presta a su propia deshumanización.

La ley dominante del universo natural es la evolución, que opera de acuerdo a una norma bien sencilla: o te adaptas o no sobrevives. No hay ningún conjunto de esquemas que más determinen nuestra falta de adaptabilidad que los esquemas religiosos. De hecho, podemos encontrar las causas de la tremenda discrepancia entre la riqueza de los países anglosajones y la pobreza del resto del mundo, sobre todo con respecto al mundo católico y musulmán, precisamente en la disparidad entre las actitudes hacia el trabajo entre el protestantismo y el catolicismo o el Islam. La expresión anglosajona, bien conocida en EE.UU. y en Gran Bretaña, de la “ética laboral protestante” indica exactamente hasta qué punto la productividad laboral y la moralidad religiosa están vinculadas en la mente del protestante. (Para entender esto estudien bien la Reforma Protestante y la teoría de la predestinación según la cual la prosperidad material es la mejor indicación de la gracia de Dios y de la predestinación a la vida eterna. Encontrarán ahí las raíces ideológicas de “In God We Trust” y del “Destino Manifiesto” de la política exterior de los EE.UU.)

Otra expresión con la que me crié, como hijo de un padre protestante, nieto y sobrino de ministros, es “una mente ociosa es el taller del demonio.” De niño y de joven en mi casa la ociosidad era sin lugar a dudas tratada como un pecado. Si por casualidad mi padre me encontraba sin aplicarme me preguntaba, “¿Eres un hombre de ocio?” La pregunta era un preámbulo a asignarme trabajo para él si no estaba haciendo algo de provecho para mí mismo. De hecho, una parábola favorita de mi padre era la “Parábola de los Talentos,” Mateo 25, 14-30. Atribuyo gran parte de mí productividad a esa actitud que me inculcó mi padre. Merece la pena incluirla aquí:


Mateo 25, 14-30. (VERSIÓN BIBLIA DE JERUSALÉN, 1976)

14 «Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda:

15 a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó.

16 Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco.

17 Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos.

18 En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.

19 Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos.

20 Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado.”

21 Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.”

22 Llegándose también el de los dos talentos dijo: “Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado.”

23 Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.”

24 Llegándose también el que había recibido un talento dijo: “Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste.

25 Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.”

26 Mas su señor le respondió: “Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí;

27 debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses.

28 Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos.

29 Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.

30 Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.”


(
Se puede encontrar el pasaje bíblico anterior y una Reflexión en el siguiente link:

http://es.catholic.net/aprendeaorar/103/117/articulo.php?id=4151)

Francamente, no hay mayor pecado que la ociosidad, y al Latino no hay nada que le encanta más que una excusa oficial para no dar ni golpe – bebamos y comamos y seamos felices” – sobre todo si se trata de festividades religiosas. Hay un culto a la ociosidad que, junto con el materialismo dominante del capitalismo como régimen socio-económico y político, predispone al narcotráfico, a la prostitución, al secuestro, al hurto, a la mentalidad criminal en general.

Muertes, bautizos, matrimonios, aniversarios de todo tipo, se celebran con detalle sacramental y con toda la devoción religiosa del mundo, mientras que la esencia del “mensaje divino” se les evade por completo. Para mí, hay dos parábolas que resumen lo mejor de la tradición bíblica captada en el Nuevo Testamento, la anterior y la Parábola del Buen Samaritano. Parece ser que aquí nadie ha leído ninguna de las dos. ¡Hipócritas! Si Jesús volviera se traería un látigo consigo para azotar a todo aquel holgazán desdichado que usa su nombre como pretexto para violar lo más esencial y sagrado de sus enseñanzas. (Lo irónico de todo esto es que para ser un ateo resulto ser el “único católico” en este mundo. Tal vez el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo y yo nos tomemos unos capuchinos al verdadero “otro lado” algún día mientras San Pedro revisa mi ‘expediente’ en su laptop.)

Le cabría al mexicano, al Latino en general, usar su Catolicismo para algo más que para una excusa para no hacer nada, sino para sacarse de la hipocresía fundamental que es la base de su religiosidad y aplicar las enseñanzas esenciales de su culto a su propia prosperidad, material, espiritual, y social – pero eso sería mucho pedir, eso sería demasiado trabajo.


He dicho, y así es.

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