Publicado por Instituto Kaizen Center de MAMBA RYU domingo, 7 de junio de 2009 en 13:49 0 Comments

Estimado Lector

El Mindfulness como terapia de meditación se está imponiendo en el mundo de la psicoterapia moderna, especialmente como metodología para lidiar con el estrés, la ansiedad, y la depresión. Como tal, el Mindfulness ha demostrado ser de gran utilidad clínica y cada día suscita mayor interés en el campo de las terapias mentales. El programa “Mindfulness-Based Stress Reduction” o MBSR (“Reducción del estrés basado en Mindfulness”), por ejemplo, es un programa de tratamiento antiestrés que forma parte de casi todos los más destacados centros médicos, escuelas de medicina, y hospitales de los Estados Unidos.

Esta popularidad reciente es tan solo una novedad en nuestra cultura occidental, pero las técnicas mentales de auto-dominio referidas con el sobrenombre de “Mindfulness” que surgieron del yoga, del hinduismo, y del budismo, fueron ya acogidas y aplicadas hace centenares de años por las disciplinas que venimos a denominar las artes marciales del extremo oriente.

Las disciplinas guerreras antiguas descubrieron rápidamente la gran utilidad que el dominio de la mente y el cultivo del espíritu otorgaban al guerrero en el cumplimiento de sus deberes marciales. Así fue que las artes marciales, dentro de sus correspondientes contextos filosóficos, estratégicos, psicológicos, y espirituales, incorporaron, adaptaron, y perfeccionaron durante milenios el cultivo sincrónico de la disciplina mental, la profundidad espiritual y la destreza física dando lugar al arquetipo del “Guerrero Iluminado.” A pesar de las grandes diferencias culturales, religiosas, o técnicas, etc., de entre las innumerables variantes de tradiciones guerreras del extremo oriente, el resultado de esta combinación insólita de conocimiento marcial, de control mental, y de desarrollo espiritual fue la creación de un individuo capaz de manifestar una gran paz y armonía interior tanto en el campo de batalla, en el contexto de enfrentamiento de vida o muerte, como en la composición de una poesía o el disfrutar de una puesta de sol.

Aunque tal vez desprovista del drama del campo de batalla, la vida moderna no obstante está repleta de estresantes actividades y experiencias que se manifiestan de manera adversa en la salud física y mental del individuo: la narco-adicción, el alcoholismo, las neurosis, la violencia doméstica, problemas respiratorios como el asma, la obesidad, la ansiedad, la depresión, el estrés postraumático, etc.; estos son tan solo algunos ejemplos de los síntomas de la naturaleza patológica de la vida moderna – de ahí el interés que suscita el Mindfulness en la psicoterapia del siglo XXI, y de ahí la enorme utilidad de nuestros seminarios-talleres “La Mente del Guerrero Iluminado.”

El “MAMBA Mindfulness” es una versión mucho más estructurada e intensiva del Mindfulness que se enseña comúnmente. Debido a que forma parte del moderno paradigma marcial que es MAMBA-Ryu, el objetivo último del MAMBA Mindfulness - el desarrollo de la súper-consciencia – está mucho más presente que en otros programas típicos de Mindfulness. Por lo general estos programas consisten en una serie de ejercicios básicos, ya sean de respiración o de meditación, practicados de manera muy estática y tranquila, removida del bullicio de las actividades cotidianas. Algunos programas de Mindfulness son más avanzados que otros, aplicando los principios del Mindfulness al manejo de procesos mentales en movimiento, como al pasear o al almorzar; no obstante estos programas pocas veces llevan los principios del Mindfulness al mundo de la realidad. Por supuesto que la meditación de por sí es importante: le permite a la mente y al cuerpo un refugio, un espacio en el tiempo en el cuál tiene un descanso de los estreses de la vida. Pero el MAMBA Mindfulness, que es la esencia del programa “La Mente del Guerrero Iluminado,” es mucho más extensivo e intenso, mucho más dinámico y estratégico: su objetivo fundamental consiste en equiparar al egresado con las armas necesarias para enfrentarse con el trauma, la tragedia, y las catástrofes que a menudo caracterizan la vida diaria.

Ofrecido tanto en inglés como en español, el propósito de los seminarios/talleres “La Mente del Guerrero Iluminado” es precisamente de aportar al participante una oportunidad exclusiva de beneficiarse de las técnicas y estrategias del maestro marcial para poder encaminarse hacia una vida de sosiego interior aún encarado con las adversas vicisitudes de la vida moderna. Con nuestros seminarios-talleres el alumno egresado no solo aprenderá a incorporar y aplicar las técnicas y estrategias mentales del Mindfulness, sino que lo hará de modo que comience a reflejar la mentalidad del “Guerrero Iluminado” a todo ámbito de su vida.

No importa su profesión (psicólogo, médico, terapeuta de cualquier especialidad, dentista, gerente administrativo, enfermera, ama de casa, profesor, estudiante, etc.), su edad o su género, si es un ser humano y por tanto dotado de una “mente,” hallará mucho de beneficio y utilidad en esta serie de seminarios-talleres. Y para aquellos en las profesiones clínicas que deseen aprender como aplicar este conocimiento a nivel terapéutico, ofrecemos un programa de certificación conjunto con cada uno de los niveles de “MAMBA Mindfulness” que se enseña en nuestros seminarios-talleres “La Mente del Guerrero Iluminado”.

Les saluda atentamente,


Jaime A. Overton-Guerra,
Maestro-Fundador de MAMBA-Ryu
elfundador@mamba-ryu.info
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La bala de plata

Es tradicional que con el motivo del año nuevo que se nos aproxima se forme en nuestro pensamiento un umbral de reflexión entre el pasado y el futuro. De tal modo es común que reflejemos sobre las metas incumplidas a las que nos comprometimos el año pasado, y sin mayor auto-análisis nos culpemos de ‘flojos’ y de ‘indisciplinados’ y prosigamos a declarar nuevas metas para el año que viene, metas que, igualmente que las de anteriores años se verán sin cumplir; así podemos pasar toda una vida sin perder el peso que queríamos perder, sin aprender el nuevo idioma que queríamos hablar, sin tocar el instrumento de nuestros sueños, sin pasar más tiempo con la familia, etc.

Como estratega existencial, psicólogo, hipno-terapeuta, maestro, padre, o meramente amigo con frecuencia me encuentro aconsejando a individuos que de año en año han visto pasar así la vida y desesperados ya, quieren que les auxilie con unas pocas palabras de consuelo o exhortación. Es aquí cuando con frecuencia hecho mano de mi plática sobre “la bala de plata,” que viene a ser más o menos algo así:

La tradición medieval europea relata que un disparo con una bala de plata es el método más seguro y concienzudo de matar a un licántropo, o sea, un ‘hombre-lobo,’ la figura diabólica que durante siglos aterrorizó la existencia de un pueblo supersticioso que creía en seres supernormales y por lo tanto en soluciones mágicas que acabaran con los mismos.

Para la mayoría de nosotros ya pasaron los días en los que temíamos hombres-lobo, colocábamos gárgolas en los techos para espantar los malos espíritus, y forrábamos los umbrales de nuestras casas con trencillas de ajo para espantar los vampiros, pero el concepto, a modo de metáfora, de una ‘bala de plata’ como solución rápida, eficaz, y sin esfuerzo a un problema recalcitrante y pertinaz prevalece. Lógicamente la expresión se aplica a menudo con escepticismo, sarcasmo e ironía: aunque es común que los problemas se nos presenten tan deslucidos y abrumadores como ‘hombres-lobo,’ raras veces se nos manifiestan con ‘balas de plata’ que los solucionen.

Sin embargo, hoy en día es lo que más se busca: la solución inmediata y de inconveniencia mínima. Queremos perder peso pero seguir comiendo dulces, tomando cerveza, ingiriendo grasas, y ejercitándonos del sofá a la cama, de la cama a la mesa, de la mesa al auto, del auto al escritorio, y del escritorio al sofá. Queremos que las relaciones con nuestra pareja mejoren, pero sin compromisos propios y sólo a base de señalar las impertinencias y defectos que manifiestan como prerrequisitos a la armonía matrimonial. Queremos que nuestra juventud deje de tomar drogas, pero sin que dejemos de consumir alcohol y nicotina que son, con mucho, las dos drogas que mayor daño social y económico causan. Queremos que nuestras sociedades sean más seguras, más limpias, más prosperas, más bellas incluso, pero seguimos delegando nuestra responsabilidad cívica a una clase profesional política que año tras año nos engatusan con palabras para defraudarnos con hechos. En pocas palabras: queremos la bala de plata que mate los ‘hombres-lobo’ de nuestra existencia y que cambie nuestras vidas, nuestras relaciones, nuestras circunstancias pero sin la labor de hacer cambios propios en nuestras perspectivas, actitudes, y comportamientos.

Durante en estos días venideros de festividades, celebraciones, promesas y reflexiones, tomen unos momentos para reflejar sobre sus vidas, sus familias, sus vecindades, sus sociedades y países, y encuentren defectos y problemas en las mismas, piensen en lo siguiente: si no forman parte de la solución, es que vienen a ser el problema; y cuando busquen ‘balas de plata’ para sus problemas sepan que no tienen que ir mas allá de sí mismos para encontrar los hombres-lobo que aterrorizan su propia existencia.

Deseándoles un Feliz y Próspero Año Nuevo se despide

J. A. Overton-Guerra, Maestro y Fundador de MAMBA-Ryu
Creador el “La Mente del Guerrero Iluminado”
http://www.mentedelguerrero.com/





El manifiesto de black mamba

Notificación de nuevos prerrequisitos para el entrenamiento y la membresía al programa de Black Mamba para Adultos y Adolescentes.

Las denominadas artes marciales siempre han gozado de un aura de misticismo oriental como vías de autoconocimiento y de desarrollo personal; igualmente y por asociación lógica, se les ha atribuido a sus instructores y maestros, como propagadores y difusores de las mismas, también una correspondiente profundidad psicológica, espiritual, y filosófica.

No obstante, cómo quien ha dedicado más de tres décadas de su vida al estudio y a la práctica de casi treinta artes marciales, deportes de combate, y sistemas de defensa personal; quien ha obtenido una docena de cintos negros y/o rangos de instructor en tales artes y sistemas contemporáneas; quien ha estudiado bajo, instruido a, y entrañado con alumnos, instructores, maestros, y grandes maestros de Japón, China, Tailandia, Corea, Hong Kong, Taiwán, España, Canadá, México, Brasil, Argentina, Venezuela, Panamá, y los Estados Unidos; y cómo miembro del Salón de la Fama de las Artes Marciales de los Estados Unidos, puedo declarar lo siguiente con pleno conocimiento de causa: la prevalente fantasía acerca de las artes marciales se aleja tanto de la realidad de las mismas que ésta viene a constituir una ilusión en masa.

Esta ‘crisis’ de las artes marciales es tan ubicua como evidente: para que se distingan del ballet como arte de expresión dinámico; para que se distingan del boxeo o de la lucha libre como deportes de combate; para que se distingan de la pura defensa personal como método de auto-protección; para que se distingan de la danza aeróbica como ejercicio físico, las artes marciales necesitan de una dimensión de enseñanza filosófica, psicológica y espiritual presente, clara y obvia. Es precisamente la ausencia de esta dimensión de enseñanza lo que más caracteriza a los programas de artes marciales occidentales en general, y americanas (norte, centro y sur) en particular.

Esta falta o carencia existe por dos motivos esenciales. El primer motivo es que las artes marciales se desarrollaron en un contexto socio-cultural e histórico (Japón, Corea, China, Tailandia, etc.), en el cual la población compartía, por lo menos en su esencia, aspectos básicos del budismo, del taoísmo, del confucionismo, y del Zen, que constituyen los cimientos sobre los que se edificaban la instrucción en las artes. La población americana carece por completo de esta base. Sacar los programas de entrenamiento y desarrollo marciales de éstos contextos culturales no ha creado sino pantomimas, sombras sin esencia, del propósito original.

El segundo motivo por esta crisis en las artes marciales es que los instructores y los denominados ‘maestros’ la mayoría de las veces carecen del conocimiento para suplantar, recrear, implantar, y adaptar esa base filosófica, psicológica, y espiritual al contexto contemporáneo americano. En el caso preciso, por ejemplo, de mis maestros y grandes maestros orientales, algunos maestros de Zen, monjes budistas, o estudiantes de Shaolin, el problema era que se veían imposibilitados ante de la disparidad de culturas de su propio país y la americana para lograr comunicar esta esencia; en el caso de la inmensa mayoría de los instructores occidentales es simple ignorancia de la misma: no se puede aportar lo que no se tiene.

El resultado es obvio para quien tenga la objetividad y la claridad para ver la situación: la mayoría de las artes marciales no cumplen ni una función estética (comparable al ballet), ni una función de defensa personal (inferior al boxeo), ni un desarrollo psicológico, espiritual o filosófico, por lo que se quedan en un producto más de consumo que vende sólo imagen y se aprovecha de la debilidad, necesidad, ilusiones, y desconocimiento del consumidor.

De hecho, el mercado de consumidores, incluyendo a los padres con las mejores intenciones, queda tan impresionado con las acrobacias de las películas de Jackie Chan, Jet Li, o Tortugas Ninja (personalmente mis favoritas), que muy, muy pocas veces someten a los instructores al más mínimo de rigor analítico. ¿Quién no ha tenido la experiencia de entrar en una escuela de artes marciales para ver a un instructor con más de veinte kilos de sobrepeso? ¿Cuántos se han preguntado: que me va a enseñar este tipo a mí sobre la disciplina o el control personal, tan vital para la formación de un ‘guerrero’? Y para aquellos que ya son estudiantes de las artes, ¿cuántos de sus instructores o maestros estarían capacitados para dar un seminario erudito de varias horas – y no una charla de mercadeo de quince minutos – sobre la esencia filosófica, psicológica, o espiritual de su arte? Sin comentarios. Y en cuanto a las clases para niños, casi todas se basan en deportes competitivos que en esencia se difieren bien poco del futbol, del baloncesto, o del hockey – inclusive diría que he visto mucha más disciplina en los programas infantiles en estos deportes que he visto en judo, en el taekwondo, o en el karate, etc., no digamos de los programas de ballet, de gimnasia deportiva o de natación.

Todos hemos comenzado las artes marciales con el mismo propósito de convertirnos en seres superiores en todos los sentidos de la palabra: tanto físicamente como moral y mentalmente; yo no fui excepción a la regla. En lo que difería tal vez era en el conocimiento previo que traía de otras disciplinas orientales como el yoga y el Zen; en las experiencias ‘prácticas’ de años de peleas callejeras; y en el constante escepticismo de una madre que no paraba de recordarme que las clases de artes marciales no dejaban de ser más que “puñetazos y patadas” y no se asemejaban en nada al programa de los monjes Shaolin de la serie de televisión “Kung Fu.”

Aunque tardara años en admitir a mi madre que ella llevaba razón, sus mortificantes burlas sobre la falta de profundidad de las artes me forzaron a llevar a cabo un análisis profundamente crítico de sus enseñanzas. Con respecto a la falta de contenido ‘místico,’ o sea, de aquel aprendizaje espiritual-filosófico-psicológico que me convertiría en un sabio guerrero iluminado, había varias inquietudes que me quitaban el sueño. Preguntas como, ¿en qué se diferenciaban las katas (conjuntos de movimientos preestablecidos que contienen las técnicas de un sistema marcial) de una coreografía de baile?; o ¿de qué manera se distinguían, salvo en los detalles técnicos, los puñetazos y las patadas del karate, taekwondo o kung-fu de los del Kick-Boxing o del boxeo-tailandés – salvo que estos últimos eran mucho más eficaces y potentes?; o finalmente, ¿cómo exactamente me va a ‘iluminar’ este programa de entrenamiento cuando el instructor que lleva treinta años de práctica está bien lejos de ser un ‘iluminado’?

La respuesta honesta a éstas y otras preguntas me llevaron finalmente a la creación de Black Mamba en 1990. Desde su concepción el programa de Black Mamba ha sido formulado y reformulado de acuerdo al proceso natural tanto de su propia madurez como arte marcialista-guerrera como de la mía como su fundador; no obstante los cambios, la visión desde siempre era mucho más amplia que la de las artes marciales contemporáneas, muchas de las cuales yo seguía practicando y estudiando. Conforme mi visión concretaba, Black Mamba original cambió de nombre a Mamba (sin el ‘Black’), a MAMBA (acrónimo de Mastering the Art of Mind-Body in Action), para luego reaparecer en referencia a la esfera marcial del ahora mucho más amplio y desarrollado MAMBA-Ryu (ryu = escuela, manifiesto, declaración, tradición).

A través de los años la reputación de Black Mamba, Mamba, o MAMBA-Ryu como un súper sistema combativo ecléctico y realista atrajo principalmente a elementos militares (comandos y fuerzas especiales), y a ejecutivos para clases privadas que necesitaban saber cómo protegerse ante posibles secuestros, asaltos a mano armada, etc., pero la atención que yo insistía en la integración quedaba en gran parte ignorada.

Por una parte el problema era que el estereotipo o esquema dominante de la sociedad de lo que consiste un arte marcial impedía a los alumnos ver más allá del aspecto físico del programa para apreciar las demás dimensiones; por otra parte, por mucho que me esforzara en enfatizar las demás dimensiones me di cuenta de que lo que buscaba la mayoría del mercado norteamericano era solamente una versión superior de “puñetazos y patadas,” ignorando el resto del contenido mental y espiritual como algo que consideraban superfluo y no indispensable.

Algunos estudiantes míos, bienintencionados, enfatizaban que debería doblegarme ante las demandas del mercado y limitar mis expectativas a la realidad; sin embargo decidí adoptar otra táctica. Mi visión como maestro-fundador no consiste en convertirme en otro productor de lo que se viene a conocer como un ‘Mac-Dojo,’ sino de establecer una tradición moderna que rivalice a las clásicas tradiciones orientales medievales en su desarrollo de individuos libres de pensamiento, altos de moral, y profundos de visión a la vez que letales en su capacidades de auto-protección.

Mi solución consiste en la preselección de alumnos para de antemano solamente aceptar como estudiantes aquellos cuya perspectiva y visión de lo que debería ser un arte marcial ha sido elevada por encima de lo corriente y convencional. De ahí que decidí que todo alumno de Black Mamba deberá tomar el primer nivel de “La Mente del Guerrero Iluminado” (http://www.mentedelguerrero.com/) como prerrequisito a su aceptación al sistema.

“La Mente del Guerrero Iluminado,” para aquellos no familiares con el programa, es una serie de seminarios y talleres que enfatizan muchas de las enseñanzas propias de un verdadero arte marcial, para el beneficio de cualquiera, aún sin ser artista marcial. El programa sirve precisamente para establecer esa base doctrinal a la cual aludí anteriormente que pierden los programas marciales al trasladarse fuera de su contexto socio-cultural original. La Mente del Guerrero Iluminado abarca temas tan fundamentales al desarrollo del guerrero como son el (MAMBA) Mindfulness, los estudios esenciales y prácticos del budismo, taoísmo, confucionismo, Zen, y la estrategia militar como disciplina de solventar conflictos y adversidades (a través del estudio de clásicos como el Arte de Guerra y del Libro de los Cinco Anillos).

Mi hijo Jimmy de 24 años de edad y estudiante de varias artes marciales desde los 4 años (campeón internacional de judo, regional de lucha libre y de California de jujitsu brasileño, cinto negro de Sambo ruso, de judo, de Black Mamba, instructor de boxeo tailandés, y cinto marrón de jujitsu japonés) resumió elocuentemente la esencia del programa La Mente del Guerrero Iluminado tras tomar el primer nivel y ver el esquema para los siguientes tres: “Es todo lo que uno cree que va a aprender en las artes marciales, pero nunca aprende porque no se enseña.”

Mi respuesta como maestro fundador a aquellos alumnos ‘pragmáticos’ es rotunda y definitiva: El mundo actual no necesita de más conformistas que se doblegan ante la ignorancia, la convención, o ante los impulsos materiales y superficiales de un mercado. Al contrario, precisamos de personas que dedicados a principios y armados de perseverancia se consagren con su esfuerzo constante a concretar una visión que contribuya de manera positiva y tangible a la sociedad que los rodea y acoge.

En estos tiempos de pérdida de valores y de creciente narcoadicción, alcoholismo, delincuencia juvenil, y violencia social y doméstica, el compromiso infatigable de MAMBA-Ryu es de establecer, con nuestros programas de Black Mamba y de Junior Mambas, la creación de una nueva clase y de una nueva generación de individuos iluminados que, libres de ignorancias y de perjuicios actúen de acuerdo a una mente clara y disciplinada, y que motivados por principios éticos e impulsados por objetivos íntegros sirvan de modelo, motivación, e inspiración al resto de la sociedad.

Este es el Manifiesto de Black Mamba.

Shodai J. A. Overton-Guerra



La juventud de hoy y la crisis de identidades

“Dime con quién andas y te diré quién eres,” es un proverbio popular del refranero castellano; es el resultado de un conocimiento cultural colectivo sobre la naturaleza humana que capta la esencia de la relación entre la identidad social y la identidad personal. Sin embargo el revés también aplica: “dime quién eres y te diré con quién andas;” esta versión implica que tanto las relaciones sociales como la correspondiente conducta de un dado individuo está a su vez sujeta a su propia visión de su identidad personal: el individuo tiene opciones y posibilidades de hacer escogencias.

Hoy en día líderes alrededor del mundo se preocupan por el estado crítico de la economía mundial, por las grandes pérdidas monetarias en ciertos sectores, y por numerosos factores económicos en decline; tomadas todas éstas en conjunto amenazan a una posible recesión económica. A mí me preocupa más otra crisis, también de índole internacional, y que se expresa también en pérdidas monetarias apreciables pero más aun en pérdidas humanas inconmensurables: nuestra juventud.

La juventud es el futuro de la familia, de las comunidades, de las naciones y de los países, y del mundo; la crisis de la cuál les hablo queda patente de muchas maneras: en la apatía en general que muestran; en la falta de consciencia social y política; en la falta de de una visión de vida personal y de esperanza hacia el futuro; en la conducta antisocial; y en las crecientes muestras de comportamiento netamente autodestructivo.

A la raíz de la situación de nuestra juventud existe una crisis de identidad personal; el “quien eres” de la juventud de muchos países está en un estado de patología crítica, de incertidumbre, de desequilibrio, de conflicto, de enajenación. Entre los países miembros de la Unión Europea, por ejemplo, el 25% de la mortandad entre varones de 15 a 29 años de edad se atribuye directamente al consumo del alcohol; y el índice de crecimiento del alcoholismo juvenil en los últimos 10 años se ha considerado alarmante entre muchos países de Europa. Como padre de familia saber que uno de cada cuatro jóvenes muere innecesariamente es simplemente una pérdida inaceptable que corresponde a nada menos que a una automasacre.

En los Estados Unidos de Norteamérica, donde todo lo que existe y acontece tiene que medirse en términos económicos, se estimó que el costo social del consumo ilícito de alcohol entre los jóvenes menores de edad ascendió a los $53 mil millones de dólares en el año 2006. Esta cifra equivale a más de la novena parte del gasto militar en defensa nacional estadounidense en el mismo año ($453 mil millones de dólares); pero, ¿qué defensa militar hay contra la autodestrucción de los ciudadanos de un propio país?

Y si piensan que porque no viven ni en Europa ni en América que su panorama es radicalmente diferente, abran los ojos e indaguen un poquito: bienvenidos al “Pueblo Global” donde todos quedamos afligidos por más que por el estado de la bolsa de las grandes economías y por las emisiones de hidroclorofluorocarbonos. Si creen que sus hijos están a salvos porque son estudiantes estelares, atletas sobresalidos, o porque su familia se destaque en su comunidad religiosa por sus actos y contribuciones caritativas desengáñense: el alcoholismo y la narcoadicción juvenil, por ejemplo, acontece en las mejores familias y con los hijos de los padres más dedicados. Si en su rinconcito del mundo tienen un MacDonalds, acceso a la Internet, venta de música ‘rapera,’ indicios de narcotráfico, o pósteres de Paris Hilton, su juventud va a quedar afectada sino ‘infectada’ por esta plaga mundial.

La identidad personal es crítica a la hora de definir no sólo nuestras relaciones sociales, sino también nuestro comportamiento, tanto lo que hacemos como lo que no estamos dispuestos a hacer: “no robo porque no soy ladrón” y punto. Nunca vi esto can tanta claridad como cuando trabajaba de psicólogo interno en una residencia correccional de rehabilitación juvenil femenina en San Diego. Bien poco de lo que uno aprende en la universidad le prepara para la experiencia diaria de tratar con este tipo de población, y tuve que recurrir en gran parte a mi conocimiento de las culturas afroamericanas, latinas, y amerindias; a mi familiaridad con la mentalidad y cultura del pandillero; y a mis propios estudios de la función de la identidad personal que forman la base de mi “Estrategia Existencial” – la filosofía psicológica-espiritual de vida de MAMBA-Ryu. Mis éxitos con las internadas, sobre todo con las pandilleras, eran tales que mis supervisores y superiores en el departamento de psicología forense me encargaron a que preparara un reporte sobre el problema del pandillerismo con una propuesta de un programa juvenil para su tratamiento.

El pandillerismo, que en los Estados Unidos se ha convertido en la amenaza a la seguridad pública numero uno, se podría considerar como el caso extremo de la decadencia juvenil, ya que en él encontramos representados todos los patrones antisociales que afectan a nuestra juventud. De hecho, la vida en la pandilla crea una inversión de los valores sociales para crear esquemas plenamente antisociales y criminales, donde la conciencia humana, la humanidad misma, queda enterrada y desechada como indicio de debilidad. Muchas de las pandillas requieren que sus miembros prospectivos cometan serios actos criminales como son las violaciones, los asaltos a mano armada, los secuestros y hasta asesinatos. Varias de mis pacientes me contaron de su participación en el secuestro de chicas de otras pandillas para ser violadas por sus colegas varones.

Una vez miembro de la pandilla la rutina diaria del pandillero consiste en desenvolverse en un mundo en el cuál la notoriedad criminal es causa de ‘honra’ y de ‘honor’ y en donde el consumo abusivo del alcohol y de los narcóticos juegan un papel fundamental: la intoxicación roba la voluntad, ocluye el raciocinio, y facilita el libertinaje, la crueldad, la perversidad y la felonía. Una vez cometidos ciertos actos la identidad personal queda dañada, engullida por la identidad social de la pandilla, y el individuo está perdido. Cuando se encuentra el pandillero en territorio ajeno lo primero que anuncia es su afiliación (¡Chula Vista!, ¡Diablos!, ¡Escondido!, etc.) por la cuál está dispuesto (o dispuesta) a matar o a morir.

El resultado de mi estudio fue la propuesta para un programa piloto denominado el “MAMBA CORPS TRAINING FOR JUVENILE IDENTITY AND CONDUCT REHABILITATION. A 12-Week Training Plan for Girls Rehabilitation Facility” (Entrenamiento de “MAMBA Corps” para la Rehabilitación de Identidad y Conducta Juvenil. Un Plan de Entrenamiento de 12 semanas para el Centro de Rehabilitación Femenino.” El programa propuesto era netamente basado en aspectos clave de mi programa integral de MAMBA-Ryu y como su título indica, se basa fundamentalmente en una restructuración de la identidad personal del individuo para llevar a cabo cambios conductuales perdurables. La propuesta fue aceptada tanto por el departamento de correcciones como por el departamento de psicología forense. Lamentablemente, y por motivos personales inesperados, tuve que ausentarme y no logré implementar mi programa piloto ese año - aunque en teoría al menos las oportunidades continúan para el futuro.

Distanciado del día a día de la institución decidí que no es ni necesario ni razonable esperar a que el individuo caiga en las manos nefastas del alcoholismo, de la narcoadicción, o de la criminalidad para hacer una contribución al mundo: “es mejor prevenir que curar,” es otro proverbio del refranero castellano. La verdad es que una vez que el individuo ha caído tan bajo con frecuencia algo en su esencia se resquebraja y no tiene remedio – el estrés postraumático no es dado a perdonar.

Mis estudios de las fuerzas sociales y psicológicas, individuales y colectivas, que ocasionan las pandillas me han llevado a entender mejor el problema de la crisis de identidad juvenil de hoy en día. Y tomando tanto de mis observaciones clínicas como de las personales como padre con dos décadas y media de experiencia, decidí que mis mayores esfuerzos deberían ser a nivel de prevención; así es que comencé a diseñar programas que contribuyeran a la creación de una fuerte y sana identidad personal juvenil, algo que les facilitara a decir “¡No!” aunque esa negativa les costase ‘puntos’ en el mundo de su identidad social.

La misión, la visión, es de establecer un movimiento internacional para fomentar la creación de identidades juveniles éticamente robustas y estables de tal magnitud que supongan una contrapartida, un desafío al lado oscuro que amenaza a destrozar nuestro más valioso recurso: nuestro futuro. A ese efecto MAMBA-Ryu tiene tres programas, dos previstos y por desempeñar, y uno ya en movimiento. El primero es el de Junior Mambas diseñado para niños; le sigue la Mente del Guerrero Iluminado Junior, homólogo al programa de adultos, y que sirve como portal de entrada para el tercer programa “MAMBA Corps para Juveniles” que profundiza en la creación de individuos con “honor, fuerza, e integridad” completando la visión de MAMBA-Ryu y del Guerrero Iluminado.

Como padres tenemos la obligación de preparar a nuestros hijos en todo lo posible para que sobrevivan y sobresalgan en el mundo. Lamentablemente ese mundo está consumido por una falta de valores que se manifiestan de innumerables maneras y que a menudo sofocan nuestros mejores esfuerzos para contribuir a la creación de identidades honorables en nuestros hijos. Como quien ha vivido y errado, se ha esforzado a veces fracasado, ha sobresalido y ha aprendido mi visión, mi misión, es la de ofrecer el beneficio de mi experiencia en la forma de programas que prendan una luz propia de confianza e integridad en nuestra juventud para que así tengan las herramientas y las armas para contrarrestar la a veces abrumadora oscuridad del mundo que nos rodea.


Shodai J. A. Overton-Guerra,
Maestro-Fundador MAMBA-Ryu
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Un llamado a la comunidad
La expresión, “es más fácil sacar al joven del barrio que al barrio del joven,” resume en pocas palabras una verdad bien conocida, y que un sinfín de estudios psicológicos e investigaciones sociales han confirmado: el contexto en el cual se crían los jóvenes causa efectos, para bien o para mal, que tienden a perdurar toda una vida. También se dice, “quien mal anda, mal acaba.”

En cuanto a esto, yo no fui excepción. Casi todas las actividades que me distinguen como adulto, maestro de artes marciales, psicólogo, profesor, escritor, etc., las puedo trazar directamente a influencias tempranas de mis padres; resulta humilde a veces reconocer la falta de ‘individualidad’ que he demostrado en este sentido. De ahí también que, dada la fascinación que se me inculcó desde muy niño, por las enseñazas de las escrituras de todas las religiones, no es de sorprender que acabara de adulto ejerciendo de profesor universitario de la historia de las religiones del mundo y de la psicología de la religión.

En mis estudios sobre las diversas tradiciones religiosas he descubierto grandes diferencias en cuanto a creencias, practicas, y rituales; pero también he reconocido grandes similitudes. Una de éstas consiste en la necesidad de obrar, de poner en acción las enseñanzas, sobre todo a nivel de la ética moral. El Buda lo dijo así: “Como flores hermosas, con color, pero sin aroma, son las dulces palabras para el que no obra de acuerdo con ellas.” El Bushido, la tradición guerrera-espiritual de los Samurai del Japón feudal lo expresó de una forma aún más escueta: “El que sabe y no hace, no sabe,” es decir, resaltando la soberbia e hipocresía de aquellos cuyo conocimiento permanece teórico pero que ni actúan ni viven de acuerdo a sus creencias y pláticas.

Una de las más inspiradas enseñanzas en este aspecto lo ofrece Jesús en su renombrada “Parábola del Buen Samaritano.” Esta parábola se ofreció con motivo de un instruido en las escrituras judaicas que se propuso retar a Jesús durante una de sus enseñanzas. El desafiador comienza pidiendo al Maestro que si le podría indicar el camino a la “vida eterna.” Reconociendo el alevoso propósito tras la pregunta, Jesús evade la encerrona preguntándole, “¿qué dice la Ley?” Luciéndose, el erudito, tal vez un sacerdote mismo, le responde citando de memoria las escrituras: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.” El Maestro le contesta – dependiendo de la versión de la Biblia – “Así es; haz así y así vivirás.”

Pero el letrado no se daba por vencido, y presionó de nuevo al Maestro pidiéndole que diera su interpretación de la palabra “prójimo”; esta pregunta da motivo a la famosa alegoría del Buen Samaritano, que se resume así:
“Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, también pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?”

La dimensión de la enseñanza es múltiple y propia de un gran Maestro. Por una parte Jesús está respondiendo no solamente a la pregunta sino también a la intención tras la misma, resaltando como dos ilustrados, el sacerdote y el levita, aun conocedores de la Ley fueron incapaces de desviarse de sus respectivos caminos para involucrarse en la necesidad de un ‘hermano’ judío: el que sabe y no hace no sabe. Por otra parte vemos que es el samaritano, enemigo declarado de los judíos e ignorante de la Ley, quien con sus actos mejor ilustra el significado de la palabra de Dios.
Sin embargo hay algo mas que podemos sacar de provecho de esta enseñanza. El sacerdote y el levita obraron de acuerdo a la pregunta “¿qué será de mí si me paro a ayudar a este hombre?” mientras que el samaritano actuó conforme a “¿qué será de este hombre si yo no me paro a ayudarlo?” demostrando así, con hechos y no palabras, las bases fundamentales de una conciencia social.

Los tiempos en los que nos encontramos y los que amenazan por avecinar, precisan de una elevada concientización social: de acción y no sólo de comentarios analíticos ni de palabras inspiradoras. De ahí que MAMBA-RYU ha fundado “The Dragon Society” – un programa juvenil diseñado para dotar a nuestra juventud con las herramientas y los valores necesarios para que puedan superar “el barrio”, y no quedarse definidos por las influencias negativas tan dominantes en nuestra sociedad actual.

Pedimos así el apoyo y la participación de los padres, de los maestros, y de los miembros de la comunidad en general para que tomen interés en nuestro proyecto, asistan a nuestras pláticas, nos visiten en la Internet, nos contacten por teléfono, o simplemente divulguen nuestras publicaciones y boletines en sus establecimientos y entre sus amistades y conocidos.

Y para aquellos sacerdotes y levitas demasiado ocupados para desviarse de sus caminos, pero prontos para comentar sobre el estado deplorable de nuestras comunidades, les ofrezco el siguiente adagio, atribuido a muchas civilizaciones antiguas:

Cuatro cosas jamás vuelven:
La palabra hablada,
La flecha lanzada,
La vida pasada,
Y la oportunidad desperdiciada.


Les saludada atentamente,
Shodai J. A. Overton-Guerra
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La Estrategia Existencial de MAMBA-Ryu

Todo ser vivo opera de acuerdo a lo que podríamos venir a llamar una “estrategia existencial,” es decir, una serie de técnicas, tácticas y planes para lograr ciertos objetivos críticos para su supervivencia y bienestar – ampliamente definida. La palabra “estrategia” deriva del griego ‘strategeia’ o disciplina de dirigir el ejército en batalla, es decir, del arte del generalato. La estrategia como disciplina se extiende al concepto más amplio de “técnicas, tácticas y planes para el logro de objetivos mediante la aplicación diestra de recursos limitados y en superación de adversidades e impedimentos.” Si prefieren las rimas simples, la estrategia “es el arte de lograr lo que se quiere con lo que se tiene y superando a lo que se interfiere.”

La naturaleza de la ‘estrategia existencial’ de cada ser viene determinado en gran parte como respuesta a la pregunta “¿qué soy?” es decir, por su naturaleza biológica y por sus circunstancias ambientales, ya que ambas van a determinar las necesidades de la especie y del individuo como miembro de la misma. Estrategias existenciales exitosas llevan a la prosperidad – en todos los sentidos de la palabra; estrategias existenciales fracasadas llevan a nivel personal a la miseria, y a nivel de especie a la extinción.

Como especie nuestra estrategia existencial se basó sumamente en el desarrollo neurofisiológico de la facultad cognitiva de la imaginación, es decir, de la capacidad de idear y proyectar cosas nuevas, modificando así objetos, circunstancias y recursos a nuestro alcance para superar las desafíos de nuestro medio ambiente. Esta adaptación evolutiva nos aseguró, por ahora por lo menos, la posición de súper-depredadores del planeta, y de seres retadores y desafiantes a las más rudas condiciones climatológicas y geográficas.

No obstante su gran versatilidad como herramienta de supervivencia, la imaginación exigió su propio costo, implantando necesidades que van mucho más allá de superar las imposiciones del medio ambiente inmediato. La imaginación nos imputó una demanda psicológica, afectiva y espiritual que ninguna otra especie conlleva. Somos Homo sapiens sapiens – “el hombre que sabe que sabe,” y entre otras cosas que sabe que se va a morir y se preocupa por ello, muchas veces más de lo que se ocupa de la vida misma. Como consecuencia la estrategia existencial del ser humano es mucho más compleja que la de los demás seres vivos: mientras que las estrategias existenciales de los restantes animales son dictadas por biologías adaptadas a medios ambiente, la nuestra responde mucho más en función a los imperativos de nuestra súper-herramienta de supervivencia – la imaginación.

Cada sociedad humana, de acuerdo a sus necesidades ambientales (históricas, culturales, geográficas, e incluso climatológicas) ha desarrollado, o adaptado, sus propias estrategias existenciales. Las conocemos por muchos nombres de acuerdo a clasificaciones diversas: religiones, filosofías de vida, senderos de vida (los denominados ‘dos’ o ‘daos’ del extremo oriente), etc. Lo que tienen en común es que cada una lidia con el problema de la condición existencial humana, y partiendo de su respuesta axiomática a la pregunta “¿qué soy?” nos presentan con un programa de vida que responde a otras inquietudes derivadas y consecuentes como: “¿Qué debo ser?” “¿Dónde estoy y adónde iré?” “¿Cómo debo comportarme, y qué debo hacer (para lograr mis objetivos)?” – es decir, las cuestiones existenciales del ser, del estar, y del deber.

La estrategia existencial de MAMBA-Ryu conocida también como el “Dao de MAMBA,” es un nuevo paradigma para el desarrollo del individuo dentro del contexto socio-cultural vigente del siglo XXI. Se caracteriza por un estudio profundo, interdisciplinario, y no dogmático de las grandes interrogantes existenciales, comenzando por la respuesta a la pregunta “¿qué soy?” El objetivo es el alumbramiento del individuo mediante una sensibilización a sus propias necesidades, un entendimiento de sus propios esquemas y objetivos, y el florecimiento de sus propias respuestas con vistas al desarrollo de una estrategia existencial concreta e individualizada.

La estrategia existencial de MAMBA-Ryu se imparte en tres facetas: como asignatura (enseñanza), como camino de aprendizaje y auto-desarrollo (disciplina) y como tratamiento para la superación de impedimentos personales específicos (terapia). Todas estas facetas se transmiten mediante los diversos programas dedicados al cultivo, desarrollo y manejo de módulos del paradigma completo de MAMBA-Ryu y conforme a una visión del ser humano como la composición integral de cinco esferas diversas: la esfera de la Tierra (el cuerpo), la esfera del Fuego (la mente consciente), la esfera del Viento (la mente inconsciente o no-consciente), la esfera del Agua (el ambiente en el que se ubica), y la esfera del Vacío (la esencia, la espiritualidad).

Correspondiente a la anterior división el Centro de MAMBA-Ryu ofrece programas dedicados al cultivo de cada esfera:

Ø La Esfera de la Tierra cultivada mediante nuestros programas de artes marciales “Black Mamba,” “Black Mamba Combate Situacional” (protección personal), y “Kai Jutsu” (arma de combate), y el programa “Maestros de Combate” (serie de programas de combate intensivos).

Ø La Esfera del Fuego (“MAMBA Mindfulness”) fomentada por los programas de “La Mente del Guerrero Iluminado,” y del “Kai Zen” y que a su vez promueven el manejo de la mente consciente a través de un cultivo de la facultad de la atención, de la respiración, del dominio de los pensamientos y las emociones, y de la integración de preceptos estratégicos hacia una conducta de integridad personal.

Ø La Esfera del Viento (“Meta-Programación Imaginoceptiva”) promovida a través de la hipnosis (“La Hipnosis Chamánica”) y de la auto-Hipnosis (“Programación Personal”), y por diversos seminario-talleres como “El Manejo de la Ira y del Miedo.”

Ø La Esfera del Agua (“Green Mamba”) que bajo el lema semper superstes – “siempre sobreviviendo” – ofrece programas en Supervivencia Urbana (próximamente).

Ø La Esfera del Vacío conocida como “El Dao de MAMBA” o la Estrategia Existencial de MAMBA-Ryu.

Además ofrecemos un programa integral para niños denominado “Junior MAMBAS” y que bajo el lema de “Honor, Fuerza, e Integridad” busca encaminar a niños selectos de 5 a 13 años de edad conforme a la visión de cultivar futuros “Guerreros Iluminados.” Junior MAMBAS es un programa que incorpora artes marciales, ajedrez, ejercicios de yoga, acondicionamiento físico intenso, meditación, cuentos alegóricos, y disciplina marcial.


Shodai J. A. Overton-Guerra
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El Sendero de Mamba

“El espíritu es aquel metal forjado entre el martillo de la voluntad, el yunque del tiempo, y el fuego de la adversidad.” -- La bitácora del maestro.

A lo largo de mi niñez y entrando a mi mediana adolescencia mis mayores inquietudes, mis más profundas preocupaciones estaban enfocadas en cómo sobreponerme al abyecto terror y violencia que a veces definían mi existencia. De muy joven me di cuenta de que la solución al problema no residía exclusivamente en la condición física, ni en la preparación técnica, ni en la especulación cognitiva ya que ante la calamidad siniestra, si carecemos de una constitución mental robusta tales atributos pueden rápidamente brotar alas y abandonarnos a la más resoluta desesperación y acongojo. Creo que fue como resultado del impacto de estas experiencias precoces que mi interés en las artes marciales y en otras prácticas y metodologías del extremo oriente se enfocara más en las capacidades mentales que conllevan a una tranquilidad confiable aún ante el desastre que en las meras manifestaciones físicas de poder o de técnica. No eran tanto las habilidades pugilísticas de “Kwai Chang Caine” de la serie televisiva “Kung Fu” que captaron mi atención como la serenidad y sabiduría de los maestros de Shaolin quienes lo entrenaron. No fue tanto la dinámica despampanante ni los bravos aullidos cinematográficos de tipos como Bruce Lee que me sirvieron de inspiración, como las imágenes televisivas del monje Budista que protestó la injusticia religiosa de Vietnam del Sur auto-inmolándose y muriendo inmutable, inerte y en silencio. A lo largo de los años me resultó evidente que es sólo mediante una fuerte fundación psicológica, filosófica, e incluso ‘espiritual’, que podamos esperar que el edificio de nuestra existencia logre superar las adversidades tormentosas de la vida, los desengaños y los desastres; y es también a través de tal fundación que consigamos apreciar lo magnífico y asombroso de ‘ser’ no importe cuán desagradable la carga que llevemos, cuán pesada la roca que debemos rodar. No es en los momentos de vanagloriosa victoria donde se encuentra al verdadero campeón; no es en las horas, semanas, o años de descubrimientos celebrados o de logros renombrados donde encontraremos la auténtica ‘grandeza’; ésa solamente se encuentra en aquellos instantes inexorables vividos por súper-individuos que una vez tras otra, enfrentados con innumerables fracasos o trágicos desengaños, amenazados con morir en el anonimato total, o viviendo en la más apurada miseria, demuestran su reconsagración inagotable a la ‘causa.’ Muéstrame a un hombre o a una mujer quien, después de haber sido repetidamente derribado e incluso hundido por las fuerzas implacables e incesantes de una realidad más allá de su control, y quien sin buscar refugio ni en dimensiones fantásticas ni en entes ficticios, se alza una vez más por su propia cuenta, en espíritu si no en cuerpo quebrantado, y yo te mostraré el verdadero sentido de la fortaleza interior y del poder personal. Encuentra un individual quien aún en medio de los impredecibles pleitos y desafíos de la vida, pérdidas crueles, achaques desatinados, y tragedias desalentadoras deriva ‘sentido’ del mero hecho de vivir, y habrás encontrado a alguien que ha amaestrado al arte elusivo de ser feliz.
No es a la persona que, provista del lujo de la calma y del confort logra alcanzar un estado de ‘consciencia mística’ a la que debemos admirar. Por lo contrario; es al individuo que enfrentado con los impredecibles desastres de la vida verdaderamente encarada, y aún atrapado por las garras maliciosas del azar, logra rápidamente recobrar la compostura y demostrarse ‘centrado’ a la que debemos escrutar ya que ha logrado algo más allá de lo que los libros o las técnicas por si solas pueden ofrecer: la sabiduría.
La sabiduría, la combinación de conocimiento y de práctica que conllevan a la felicidad y a la armonía en la vida, a pesar de las circunstancias es lo que todos en última estancia buscamos. El poder personal sólo no es suficiente, porque sin los mecanismos mentales para guiar su potencial, sin el contexto filosófico/espiritual dentro del cual aplicar sus recursos no somos sino un Titánico: imparable en nuestro movimiento y condenado a encontrar la ruina en el choque inevitable con los incontables y despiadados icebergs de la vida.
La condición existencial humana está por su naturaleza repleta de inevitable pérdida – o de la amenaza de la misma: pérdida de la vida, pérdida de la juventud, pérdida de la propiedad y las posesiones, pérdida de los seres queridos, pérdida de la inocencia, y demás, y por lo tanto se contamina del duelo y de la angustia que naturalmente los acompaña. Sin embargo es en el caos de la guerra donde se encuentran los más deplorables aspectos de la vida en su extremo: la carnicería y la mutilación, la devastación y la destitución, el saqueo y la profanación, el hambre y la enfermedad, etc.
No es de sorprender que muchos individuos vuelvan de los campos de batalla mentalmente traumatizados y emocionalmente violados y trastornados, incapaces de integrarse con éxito a la ‘normalidad’ de su existencia anterior en tiempos de paz. Tampoco es de sorprender que castas guerreras hayan sondeado metodologías filosóficas/espirituales, como en el caso de los Samurai con el Zen, para desarrollar la capacidad mental y emocional de superar las vilezas de la guerra y reconciliar internamente la depravación de sus experiencias dentro del contexto de un modo de vida y de existencia.
Es por este motivo que para mí las verdaderas artes marciales tienen como objetivo enseñar más que solamente técnicas de poder físico; deben encaminar al practicante en un sendero de auto-poder, descubrimiento y mejora que lleva más allá de la mera acumulación de información o memorización de movimientos; en un sendero que lleva a un espíritu inmutable derivado de una mente y de un cuerpo armonizados en acción. Tal es el Sendero de MAMBA.

SHODAI (MAESTRO-FUNDADOR) JAIME ALEJANDRO OVERTON GUERRA
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¿Dónde está el enemigo?

Considero que las enseñanzas de las últimas clases han sido clave para el progreso del grupo de Black Mamba/Mente del Guerrero Iluminado en la dimensión de la Estrategia Existencial, es decir, del Tao de MAMBA. La clase de Kai Zen (integrada al programa de Black Mamba) del viernes, día 12 de septiembre (2008) tuvo una dinámica muy particular; ocasionó (por lo menos eso espero) una profunda introspección a raíz de una pregunta que presenté a los alumnos presentes durante sus ‘interpretaciones’ muy particulares (y peculiares) de un ejercicio de Kai Zen. La pregunta propuesta era: “¿dónde está el enemigo?”

“¿Dónde está el enemigo?” es un tópico muy importante no solamente en la práctica específica de las artes marciales (en nuestro caso de Black Mamba, de Kai jutsu, y de Kai Zen), sino para toda actividad que desempeña alguien que presume aspirar a la identidad de guerrero iluminado. La pregunta refleja un cuestionamiento esencial en cuanto a la seriedad, la atención, y la dedicación con la cual emprendemos cualquier tipo de diligencia.

Si queremos estar presentes y no de paso en nuestras vidas, necesitamos una actitud frente al presente que nos fuerce a enfocar nuestra atención. “¿Dónde está el enemigo?” es uno de los interrogantes que nos sirve para lograr ese propósito a todo momento; pero para llegar a apreciar las múltiples facetas de esa pregunta y la gran aplicabilidad de las respuestas hay que sumirse un poco en la filosofía psicológica-marcial de MAMBA-Ryu:

Por ejemplo, “¿dónde está el enemigo?” nos recuerda que nuestras prácticas consisten en entrenamientos MARCIALES, o sea, de guerra, y que la guerra implica, por necesidad, uno o varios enemigos cuya intención es inequívocamente dañina sino mortal, y aún vil y nefaria. Sin tener presente este cuestionamiento, es decir sin prestar conciencia a la esencia marcial de las maniobras, la meditación dinámica y estratégica (MAMBA mindfulness) que supone un ejercicio marcial arriesga en convertirse en una mera mímica (a menudo desacertada) de los movimientos del maestro. Sin el cuestionamiento primordial de “¿dónde está el enemigo?,” las artes marciales se convierten en meros deportes (como ha sucedido con el judo, el taekwondo, el karate, el jujitsu brasileño, etc.) indistinguibles en su esencia del boxeo, del kickboxing, o de la lucha libre olímpica, y amenazan en degenerarse aun más en clases de zumba – pero sin la gracia ni el ritmo. Nota al lector: Un entrenamiento marcial es un adiestramiento completo: físico y mental y por lo tanto (espíritu = mente y cuerpo en acción) espiritual.

“¿Dónde está el enemigo?” nos recuerda que tenemos que ser intransigentes y apasionados a la hora de aplicar ese nivel de intensidad, seriedad, y formalidad a cada paso de nuestro camino o caeremos victimas del auto-engaño, de la ilusión, del ego, y volveremos a la oscuridad y al fango mental/espiritual del cual estábamos precisamente tratando de emerger.

“¿Dónde está el enemigo?” es una pregunta que requiere para su respuesta introspección y sinceridad – de hecho Honor, Fuerza, e Integridad (lema de los Junior Mambas) – ya que la auténtica y verdadera respuesta es: ‘en uno mismo.’ La gran revelación de esta realidad, es decir, que el oponente más imponente y ubicuo con el que uno se enfrenta es uno mismo fue auténticamente uno de los pasos principales en la fusión entre el camino del guerrero (derrota y superación de enemigos y de obstáculos externos) y el camino espiritual (superación de obstáculos internos en búsqueda de una tranquilidad mental, emocional, espiritual ante cualquier circunstancia, incluso la muerte).

Los guerreros del extremo oriente descubrieron que los primordiales impedimentos para lograr su efectividad exterior se hallaban interiormente; ejemplos: la ira, el miedo, (y su derivada) la ansiedad, etc. Pero descubrieron algo más profundo aún, y esto fue como resultado directo de la aportación de las enseñanzas del budismo (‘anatman’ o “no yo”), del taoísmo (yo = tao), del Zen (“¿cómo era tu cara antes de nacer tus abuelos?”), y del confucionismo (yo = “yo social”), contribuciones con profundas implicaciones psicológicas, filosóficas, espirituales y sociales que hemos estudiado en La Mente del Guerrero Iluminado. Lo que generación tras generación de estos guerreros descubrieron, y no por aprendizaje teórico sino por aplicación empírica, era que la pregunta “¿dónde está el enemigo?” es colindante con la pregunta “¿y quién es el enemigo?” y la respuesta ‘iluminada’ a esa pregunta es, sin sorpresa alguna: “lo he visto, y soy ‘yo.’”


Shodai Overton-Guerra
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No todo se puede enseñar

Una de las alegorías más respetadas y veneradas tanto por parte de las tradiciones budistas como por las artes marciales orientales es la historia del primer patriarca del Zen, Bodhidharma, conocido también como Da Mo, y de su alumno Shen Guang, conocido como Huike. Según la leyenda, Da Mo pasó nueve años meditando en una cueva a los pies de una montaña cerca del legendario templo de Shaolin. Durante todo ese tiempo el leal y dedicado Huike perseveró a la entrada de la misma cueva vigilando y protegiendo al maestro.

Periódicamente, y con tremendo respeto, Huike le pedía a Da Mo que le aceptara como alumno, pero el maestro, concentrado en su meditación, nunca le respondía. Pasaron así nueve años, Da Mo meditando en su cueva, y Huike guardándole y periódicamente pidiendo que le enseñara. Al final de nueve años los monjes del templo de Shaolin decidieron que deberían hacer algo por Da Mo, y le prepararon una habitación especial en el templo. Da Mo, sin decir palabra alguna, se trasladó a su nuevo aposento e inmediatamente se puso a meditar; Huike por su parte continuó fielmente vigilando y protegiendo al maestro, ahora a la entrada de su nuevo aposento. Así pasaron otros cuatro años, Da Mo meditando, Huike vigilando y periódicamente pidiendo enseñanza y Da Mo sin responderle.

Era el invierno del cuarto año y a estas alturas Huike había seguido a Da Mo durante trece años buscando sus enseñanzas, pero sin recibir ni respuesta a sus peticiones. Un buen día Huike, frío, y cansado de esperar y de no recibir respuesta, arrojó una bola de nieve y hielo hacia la habitación del maestro. La bola se estrelló dentro de la habitación y el ruido sobresaltó a Da Mo de su meditación; así fue que por fin tomó cuenta de la presencia de Huike. Aprovechando la situación e impulsado por una gran frustración, Huike le exigió que le dijera cuando iba a aceptarle como alumno; Da Mo le respondió: “Cuando la nieve caiga roja del cielo.”

Al oír esto, algo se movió muy adentro de Huike y desenfundando la espada que llevaba en la cintura se amputó el brazo izquierdo y lo comenzó a girar por encima de la cabeza. La sangre del brazo se congeló con el frío del aire y las gotas heladas cayeron como nieve roja. La constancia, perseverancia, respeto y sacrificio de Huike dieron su fruto: viendo esto Da Mo no solamente concordó enseñar a Huike, sino que eventualmente éste se convertiría en su sucesor – el segundo patriarca del Zen. En honor al ejemplo de Huike sectas budistas saludan con una sola mano.

La alegoría ofrece grandes moralejas para el estudiante de artes marciales y para el aprendiz de MAMBA-RYU en particular. Mientras que nadie considera deseable que “la nieve caiga roja del cielo,” sí se busca una clara indicación de que el estudiante valore las enseñanzas y esté comprometido al sacrificio personal necesario para efectuar el cambio de identidad que refleje la aceptación profunda – y no la conveniencia superficial – de las mismas. No nos interesan ni los ‘turistas,’ ni aquellos que se deludan en pensar que ese cambio de identidad que exige nuestro programa puede llegar sin costo a sus estilos de vida, horarios, prioridades, perspectivas, etc. Tampoco nos interesan aquellos que se creen capaces, en su gran y profunda ‘sabiduría’ (léase ‘soberbia’), de seleccionar por conveniencia y cuenta propia cuales son los pasos a seguir en el camino de su autorrealización – de ser así ya serían maestros-fundadores y no meros aprendices.

Todo programa serio artes marciales, es decir, que no sea un sainete comercial, tiene un proceso riguroso de selección de sus miembros. Los monjes Shaolin hacían esperar a los niños aspirantes fuera del templo durante días y días, bajo la lluvia, el calor, el frío, pasando hambre y sed, y sufriendo a diario los gritos de repudio de los monjes que acudían a la ventana del portal del tempo: “¡Váyanse!” Día tras día los monjes tomaban cuenta de las actitudes de los aspirantes. Por fin un día las puertas del templo se abrían y los más perseverantes eran seleccionados – los demás, los que rehusaron del sacrificio de la espera y buscaron sombra bajo el sol, cobijo bajo la lluvia, comida cuando hambrientos, etc., eran rechazados para siempre. Una vez dentro, los aspirantes seguían siendo probados. El mensaje, tan válido para los monjes de ahora como para los Mamba de hoy y del futuro, es que “aunque no todo se puede enseñar, no por eso hay que dejar de exigir.”

Les saluda desde el escritorio del fundador,

Shodai Overton-Guerra
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El Sendero del Héroe Desenmascarado

La creación de los programas de MAMBA-Ryu como “La Mente del Guerrero Iluminado,”
“Junior MAMBAS,” “El Manejo de la Ira y del Miedo,” “Black MAMBA,” y “Black MAMBA
Combate Situacional,” “La Auto-Hipnosis: Programación Personal” y “Supervivencia
Urbana,” responde a una serie de necesidades sociales, psicológicas e espirituales de
nuestros tiempos. Los tiempos se caracterizan precisamente por una serie de crisis:
crisis financiera, de valores, de principios, de ideologías, y sobre todo de identidades,
que impactan negativamente tanto el desarrollo armónico e integral del individuo como a
la sociedad que lo hospeda.
Central a nuestros programas de MAMBA-Ryu son ciertos arquetipos humanos.
Un arquetipo es un modelo representativo y en el ámbito de la existencia humana, los
arquetipos representan categorías universalmente reconocidos por sus ocupaciones o
por las funciones que desempeñan a nivel social o familiar. Figuras arquetípicas son el
mago (brujo, hechicero, chaman) que emplea la magia, para bien o para mal, para
lograr un objetivo; el curandero (medico, hombre de medicina, chaman) que cura
enfermedades; el mentor (consejero, guía, maestro, entrenador); el guerrero (incluyendo
al guerrero iluminado); y el héroe.
El arquetipo del ‘Héroe’ es universalmente reconocido e íntimamente vinculado
al de ‘Guerrero Iluminado.’ Héroe es un título, es decir, un credencial que se consigue a
través de un esfuerzo, de una conducta noble de sacrificio a lo largo de un recorrido, de
un trayecto, de un viaje que se desempeña por el beneficio del grupo al cual el individuo
pertenece y dentro del cuál define y construye el aspecto social de su identidad. En la
mitología y en la literatura la figura del héroe frecuentemente pasa por un periplo, por
una travesía durante la cuál se enfrenta y supera numerosas adversidades internas e
externas; como consecuencia de éstas el protagonista de la aventura experimenta una
serie de transformaciones personales que lo elevan en estatus social a héroe. Para la
sociedad a la cual contribuye y protege, el guerrero y en particular el Guerrero
Iluminado, es un héroe profesional, es decir, en el proceso de desempeñar su identidad
de guerrero (iluminado) cumple también la función social de héroe.
Notable también, dentro de esta categoría de “héroe/guerrero” es el héroe
enmascarado que realza la condición de abnegación al añadir la dimensión de
anonimato, culminando la falta de ego personal al abdicar de reconocimiento por sus
riesgos y esfuerzos. Ejemplos del “héroe/guerrero enmascarado” en la mitología
contemporánea son El Zorro, Batman, Superman, Spiderman, etc. Aunque la forma en
la cual adquirieron sus habilidades o poderes que los capacitan como héroes, lo que
estas figuras tienen en común es que lidian a diario con adversidades personales
(internas) y de su vocación (externas) para mejorar la condición social humana.
No obstante la popularidad de estos personajes míticos, la heroicidad, ese
conjunto de principios y valores de sacrificio y de propósito que otorgan significado al
esfuerzo, ha sido altamente abandonada a favor de una ideología de egocéntrica
ganancia material y de recompensa inmediata y libertina. Como sociedad de apatía y de
consumo, y de relativismo hedónico que somos, estamos renunciando el protagonismo
heroico de nuestras propias existencias. Comenzando a menudo en la infancia estamos
perdiendo la capacidad de ‘soñarnos’ una vida de significado y de aventura, de
dedicación y de sacrifico, con el propósito de superar adversidades, internas y externas,
y de lograr una ‘gran misión’ de contribución social: ya no sabemos como crear de
nuestras vidas una gran aventura, no sabemos como crear una identidad de héroe.
El heroísmo del ciudadano promedio con frecuencia subsiste latente, escondido,
enmascarado de sigo mismo, en muchos casos desde la infancia o la preadolescencia,
desde las cuales fue quedando reprimido por las exigencias o pérdidas de la vida o por
el cinismo de una sociedad que aboga por la abdicación del protagonismo heroico a
favor de ocupaciones materiales. En estos casos, reencontrar el héroe es cuestión de
desaprender y volver a aprender a soñar constructivamente con la mente con el fin de
emprender el vuelo con la conducta. Por otra parte también, incorporar una identidad de
héroe interior es cuestión de encontrar heroicidad en los quehaceres y en las
responsabilidades diarias de nuestras vidas actuales y de saber elevar nuestras tareas,
trabajos y responsabilidades al nivel de misiones heroicas.
En reconocimiento a esta necesidad, y haciendo honor al arquetipo del
Héroe/Guerrero Iluminado, MAMBA-Ryu presenta un nuevo programa de
seminarios/talleres intitulado “El Sendero del Héroe Desenmascarado: Como
Encontrar Heroicidad y Crear Significado en Nuestra Existencia.” El propósito de
esta serie de seminarios-talleres es de aprender a ser los soñadores y visionarios de
nuestra realidad para luego convertirnos en los héroes protagonistas de nuestra vida.
“El Héroe Desenmascarado” complementa y es completado por nuestros demás
programas. El propósito del programa es el de guiar a los partícipes a establecer en sí
mismos una identidad heroica, a desenmascarar el héroe inherente en cada uno
mediante talleres y seminarios cortos destinados a recrear una noción de gran aventura
heroica en la reformulación de sus existencias.
Shodai Overton-Guerra
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El Espiritu del carcajou

El sendero a la cima se desvanecía de imprevisto en una niebla espesa que se estrechaba delante de él como una cortina siniestra. Ensimismado en su progreso, ni se detuvo ni cuestionó su presencia, sino que procedió adelante resuelto en mantener su rumbo. No fue sino tras muchos pasos que se dio cuenta del cambio completo de temperatura y de ambiente a lo que ahora de repente parecía otro mundo: el clima cálido del monte se había substituido por un paisaje casi ártico cubierto de nieve y envuelto en una neblina densa y opresiva. Poco a poco su paso se fue deteniendo conforme a una extraña sensación que se materializaba inesperadamente en su ser: el miedo.

Al principio fue una impresión que aparecería levemente al borde de su consciente y él lo había simplemente ignorado, atribuyéndolo al cambio repentino y dramático de temperatura y de humedad que impactaban su cuerpo medio desnudo y recubierto de sudor. Gradualmente la sensación se había intensificado hasta el punto en el que tuvo que atenderla, considerarla, ya que exigía de su atención.

Estaba bastante sorprendido por sus pensamientos y no sabía lo que en realidad revelaban: ¿Falta de confianza? ¿Remordimiento? ¿Culpabilidad? ¿Soledad? ¿Qué le estaba pasando? Estaba solo, consigo mismo, ¿por que iría a tener miedo? Pero lo tenía, y de hecho estaba sobrepuesto de pavor. Deseaba gritar pero sabía que sería tanto en vano como humillante que aquellos sentimientos, ya patéticos que experimentaba por dentro se manifestaran al cosmos entero. Se sentía pequeño e insignificante, como si todo lo que había logrado, o todo lo que pudiera lograr no sumarían a más que el vacío interno en el cuál estaba sumergido; era como si todo fuese nada, como si él mismo fuese nada; era como si la enormidad del universo, de la naturaleza, de este mismo camino y de esta misma montaña a la cual él en plena arrogancia había desafiado, se le vinieran de pronto encima y le dejaran aplastado en espíritu si no en cuerpo. ¿Corriendo con Lobos? ¿Nadando con Orcas? ¿Siguiendo el Águila, a su Águila en el cielo? ¡Qué demonios! ¿Qué se había creído? ¿Algo especial? ¿Cómo se pudo haber engatusado de tal modo? ¿Cómo era posible? ¿Por qué no se había ahogado con las Orcas en la profundidad de la bahía en vez de acabar deseando no ser aquí, tan próximo a la cima? ¿Qué le pasaba? ¿Dónde estaba su poder? ¿Su orgullo de guerrero? ¿Por qué se había quebrado, ¡rajado!, tan de pronto?

Fue en medio de esta bruma cerebral que su mente apenas detectó una sombra fugaz, una mancha furtiva que lo hizo voltearse en un pánico enloquecido. ¿Qué fue eso? “¿Me estoy volviendo loco también?,” gritó desamparado. Pero conforme viraba repetidamente tratando de materializar en una imagen visual el movimiento efímero a su alrededor y su razonamiento no acabada de decidir si todo esto era real, sueño o alucinación, se dio cuenta de que estaba desorientado, de que ya no conocía ni e l camino de vuelta ni hacia dónde se dirigía; estaba atascado, aturdido, y perdido. Fue en ese preciso instante que llegó el primer ataque.

Un dolor cortante, escalofriante, le atravesó el cuerpo como una daga de hielo rajándolo de rabo a cabo, cortándole hasta la misma respiración; arqueó la espalda en un espasmo involuntario de asombro y de agonía. Boquiabierto y con los ojos grandes como platos giró compulsivamente en la dirección del ataque mientras su cerebro revuelto trataba de concertar en una realidad la inundación de sensaciones crípticas que sus sentidos le ofrecían. Un auténtico terror se apoderó de él mientras involuntariamente echaba mano a la fuente del dolor en su lumbar izquierdo sólo para recobrarla recubierta de la misma sustancia pegajosa y roja que le fluía ampliamente por las nalgas y el revés de las piernas y que ahora le goteaba de la mano misma. De nuevo prendió una ojeada momentánea dela sombra conforme se retraía en ni se sabe qué dirección y su mente entretenía incluso explicaciones supe naturales de lo que estaba aconteciendo. Desesperado, revisaba todo a su alrededor pero sólo logró observar árboles y más árboles desvaneciéndose en la blanca distancia. Nada tenia sentido y mientras tanto el terror se hacia con su mera esencia, paralizándole hasta el pensamiento.

El segundo ataque le pilló en el flanco derecho y sintió claramente los detalles delos dientes que le atravesaban la piel y le hincaban en la carne causándole que soltara un rugido de dolor. De nuevo viró en su alrededor tratando de conectar visualmente con su asaltante, pero otra vez se había desvanecido en el bosque sin huella alguna, como un fantasma, como una presencia invisible que no dejaba a su paso más que heridas, dolor, y espanto. Los ataques y avenían, y venían, cada vez con mayor velocidad y frecuencia. Su cuerpo estaba rayado de sangre; sus piernas le fallaron y se cayó al suelo estremeciéndose en agonía, chocado por la noción misma de que tanto dolor fuese posible ya que él nunca. . . ¡no!
¡No era cierto! Un destello de memoria le transportó a ese lugar y a ese momento, a ese. . . a ese niño indefenso. . . ¡pero el ya no era niño! Una chispa de ira y de rabia que pronto se convertiría en una llamarada de furia se le apoderaba, sobrepasando su terror, superando su agonía. Nariz hinchada, dientes pelados y gruñendo como una fiera, su rostro se había convertido en una máscara de ira salvaje; mientras tanto recobraba los pies, ya no dispuesto a aguantar y evadir, sino propuesto a perseguir y destruir al demonio encabritado.


Como si sorprendido por la nueva disposición de su presa, la sombra materializó y reveló una faz igualmente espantosa y temible: ¡la del sanguinario Carcajou!

Ambos oponentes se flanqueaban en una batalla a la muerte en la cual el Carcajou ya no contaba con la posesión ni del espíritu ni del corazón del hombre: ahora tendría que luchar contra él “mano a mano,” desde afuera de su mente y cuerpo. El hombre lo lanzó una patada pero el Carcajou ágilmente se retiró de su camino; el animal-espíritu a su vez se lanzó para morder al hombre pero aquél saltó hacia atrás y esquivó el ataque. Hombre y bestia atacaban y se defendían, ninguno rindiendo mayor resultado hasta que de pronto el hombre, sincronizando los movimientos del gran mustélido, logró conectar con una patada feroz al hocico mismo del fantasma carnal, lanzándolo por los aires para acabar rodando por la nieve, chillando como un perro azotado. Esto enfureció al Carcajou, el cuál, cegado de rabia y de odio, abandonó toda precaución a los cuatro vientos y se proyectó en un gran salto hacia el pescuezo mismo del hombre. En defensa el hombre alzó su antebrazo izquierdo y lo ofreció como escudo y carnada para la cólera desatada del Carcajou y de sus furiosas fauces. El Carcajou le atrapó el antebrazo en sus poderosas mandíbulas y ambos, hombre y animal, escucharon como se quebraban los huesos bajo la mordida implacable del Carcajou aún antes de que el hombre sintiera la oleada de dolor que a los momentos le paralizaría completamente el brazo izquierdo. Pero al guerrero nada le detendría; con la velocidad vertiginosa que tan a menudo le distinguiría en batalla, se abalanzó hacia el piso estrellando las espaldas del Carcajou contra el suelo, hincándole la rodilla en el pecho e inmovilizándolo en la nieve. En una despeluznante y frenética batalla continua gruñidos humanos y animales, de garras descuartizando y desgarrando carne, y desangre y carne humana salpicando todas las direcciones, el hombre bateo implacablemente a la bestia con su puño derecho hasta que el Carcajou permaneció una masa inerte de huesos quebrados, carne magullada, y tejido y pelaje aplastados. Es cuestionable si el hombre ni siquiera se diera cuenta de que los huesos de su propia mano se partieran bajo el tremendo e inexorable diluvio de impactos que impartió al espíritu-animal.

No dejó de golpear hasta que su brazo dejara de responder a los impulsos de su voluntad, mucho después de que el cadáver había ya cedido el dominio de la mordida y la posesión de la vida misma. Con el pecho aún jadeando del esfuerzo y con los nudillos blancos de apretarse los puños se le voltearon los ojos hacia arriba conforme se caía hacia atrás, sentándose sobre los talones. Su cuerpo se tambaleaba entre caerse de agotamiento y mantener su postura erguida cuando de pronto volteó la cabeza hacia las alturas, y a nadie en particular puso el grito en el cielo en un bramido primal de rabia, desesperación y despego a todas las cosas, rugiendo: “¿Esto es todo? ¿Esto es todo? ¿Esto y nada más? ¿Esto es lo que habéis mandado para destruirme? ¡No me importa! ¿Me oís? ¡AÚN SOY!” El repudio estremeció a la niebla misma, reverberando entre los troncos y las ramas de los árboles para acabar en un eco entre las montañas distantes. En la lejanía el trueno de una gran tormenta vecina respondió a su llamado.

Durante horas o momentos, nadie lo sabe, se quedó ahí sentado, exhausto, a la vez vacío y repleto. Finalmente, recuperando se sintió su poder surgir de nuevo y la voluntad de seguir le elevó a incorporarse de pie. Desorientado aún, su mente tardó en reconocer como copos de nieve la materia blanca que acababa de notar que le caía en la propia cara desde el cielo. Guerrero veterano que era, tomó nota de sus múltiples heridas y laceraciones acordándose de uno de sus refranes favoritos: guerrero sin cicatrices nunca vio batalla. Después de un asesoramiento experto decidió que no había mas remedio que seguir adelante, siempre adelante; ¿pero hacia dónde? ¿En qué dirección? Buscando alrededor por una señal notó la figura del Águila, de su Águila, posando tranquilamente sobre una rama: supo así que ese era el Camino.

Cuando llegó cojeando hasta donde el Águila lo esperaba, miró hacia lo que había dejado atrás. Se asombró cuando vio que el cadáver del Carcajou que había abandonado ya no era esa masa inerte de huesos quebrantados y pellejo aplastado, sino el cuerpo de un hombre – ¡de sí mismo! Aun más sorprendido quedó cuando se dio cuenta de que las huellas en la nieve que conducían de la arena de muerte hasta donde se erguía en ese preciso instante no eran suyas, ni siquiera las de un ser humano, sino las del Carcajou mismo.


J. A. Overton Guerra, El Fundador

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¿Qué es el MAMBA Mindfulness?

Basado en una entrevista de Elizabeth González
Musello con el Maestro-Fundador J. A. Overton
Guerra.

¿Cuáles son los orígenes del Mamba Mindfulness?
Los orígenes del Mindfulness como técnica mental, como serie de ejercicios mentales, se hallan en el yoga hindú que a su vez surgió hace miles de años. Puesto que no se sabe exactamente cuando comenzó el yoga tampoco no se sabe cuando comenzó el Mindfulness, pero ya en el Bhagavad-Gita, libro sagrado del hinduismo y fechado entre 50 y 500 a de C., aparece la técnica del Mindfulness mencionada cuando el dios Krishna se revela como tal a su discípulo Arjuna en las vísperas de una gran batalla en el "campo del deber." La enseñanza del dios enfoca en uno de los principios fundamentales del Mindfulness: en la necesidad de conseguir apaciguar los remolinos de la mente para lograr cumplir con el deber a pesar de la interferencia conflictiva de emociones tales como el miedo, el remordimiento, la ansiedad, etc.. Que yo sepa ésta es una de las primeras referencias literarias a la práctica de esta disciplina mental y a la función que ejerce no sólo en el comportamiento individual, sino también en el cumplimiento del deber social. El Mindfulness es central a la psicología y a la filosofía espiritual del hinduismo, del budismo y del Zen y de ahí pasó a ocupar una posición central en el paradigma guerrero de las artes marciales orientales. Con el Mindfulness uno aprende a vivir en el presente pero no solamente para el presente. El MAMBA Mindfulness surge del estudio del Mindfulness dentro del contexto del Budismo, del yoga, y del Zen, de su práctica y aplicación en las artes marciales orientales, y en su aplicación moderna en los campos de la psicología clínica y de la psicología la salud.

¿En que consiste el Mindfulness?
A pesar de que la palabra inglesa no abarca del todo el significado del ‘Mindfulness,’ sí nos aporta un indicio de en qué consiste: Mind- ‘mente,’ fulness – ‘plenitud" - "Plenitud Mental." El Mindfulness consiste por una parte en llenar la mente, y por otra en ser conscientes y responsables por el contenido de la misma. Con el Mindfulness aprendemos a prestar atención: atención a ser conscientes, atención a lo que estamos haciendo, atención a los mecanismos mismos de los procesos mentales; tenemos que ser responsables de lo que pensamos, de lo que ocupamos en nuestras mentes. Pero el Mindfulness va mas allá de ser conscientes o de poner atención, consiste también en un cierto tipo de control, de manejo, de dominio sobre la mente consciente. El Mindfulness visto así es un programa que consiste en aprender cómo enfocar deliberadamente la mente en uno u otro 'objeto' mental y así liberándonos de otros; es un programa que nos enseña cómo hacer una selección del tipo de pensamientos, de emociones o de estímulos en los queremos enfocar nuestros pensamientos con la exclusión de otros; es un programa que nos enseña a decidir cuales son los pensamientos inútiles e incluso perjudiciales y no dejarnos dominar o llevar por ellos. El objetivo final del Mindfulness es de desarrollar un control sobre la mente consciente a través de lo que podemos llamar una súperconsciencia o una meta-consciencia: una atención a los procesos y al contenido de la mente para llegar a ejercer un control, una selección tanto de los mecanismos como del contenido de los mismos.

¿Qué es el MAMBA-MINDFULNESS?
El MAMBA Mindfulness es una versión mucho más estructurada e intensiva del Mindfulness que se enseña comúnmente. Debido a que forma parte del paradigma marcial que es MAMBA-Ryu, el objetivo último del MAMBA Mindfulness – el desarrollo de la súper-consciencia – está mucho más presente que en otros programas típicos de Mindfulness. Por lo general estos programas típicos consisten en una serie de ejercicios básicos, ya sean de respiración o de meditación, practicados de manera muy estática y tranquila, removida del bullicio de las actividades cotidianas. Un programa típico de Mindfulness enseña a la persona a meditar de acuerdo con los principios del Mindfulness y ahí se acaba; se les dice a los discípulos que han de meditar media hora al día y que eso les ayudará a controlar su estrés. Algunos programas de Mindfulness son más avanzados que otros, aplicando los principios del Mindfulness al manejo de procesos mentales en movimiento, como pasear o almorzar; no obstante estos programas pocas veces llevan los principios del Mindfulness al mundo de la realidad. Por supuesto que la meditación de por sí es importante: le permite a la mente y al cuerpo un refugio, un espacio en el tiempo en el cuál tiene un descanso de los estreses de la vida. Pero el MAMBA Mindfulness es mucho más extensivo e intenso, mucho más dinámico y estratégico en su aplicación de los principios de súperconsciencia. Esto en gran parte es debido a que MAMBA es un paradigma marcial de vida en el cual opera una perspectiva netamente guerrera. Para el MAMBA la aceptación de la adversidad como parte íntegra e inevitable de la vida se combina con una exigencia de uno mismo por mantener un equilibrio y estabilidad emocional; es decir, para el MAMBA mantenerse ‘centrado’ no es una opción deseable, sino una obligación, una aceptación de la responsabilidad que uno tiene consigo mismo para lograr una paz y armonía interior.

¿Cómo se logra este desarrollo del
‘súper-consciente’?
Aunque los detalles del programa de entrenamiento dependen en gran parte de la dedicación y de las capacidades del alumno o discípulo, se puede desarrollar un plan a grosso modo en tres fases: la estática, la dinámica, y la estratégica.
FASE ESTÁTICA: La primera fase consiste en aprender como funcionan los procesos de la mente a su nivel más rudimentario. Aquí aprendemos a darnos cuenta de la respiración y de la relación de ésta con el pensamiento y las emociones; tomamos consciencia de la conexión básica entre el cuerpo y la mente y nos damos cuenta de lo difícil que es calmar los incesantes “remolinos de la mente.” En esta etapa básica aprendemos a quedarnos inmóviles; aprendamos a meditar; aprendemos a respirar; aprendemos a darnos cuenta de cómo somos por dentro, es decir, de cómo funciona la mente; descubrimos la verdad elemental de la mente humana: que la gusta rehusar del presente, huir "del aquí y del ahora" a toda costa para enfocarse y distraerse en el futuro, en la fantasía, en el pasado, o en "el allá (o en el más-allá) y el entonces."
FASE DINÁMICA: La segunda fase es la fase dinámica y en ella se aprende a aplicar los mismos principios del Mindfulness que se emplean durante un estado estático de meditación pero a estados que requieren movimiento; ahora se tiene que aprender a aplicar ese mismo dominio de los procesos mentales de la meditación al movimiento, a cuando se está andando, escribiendo, o dando una charla. La vida se convierte en una meditación porque aplicamos esa misma concentración, ese mismo control, esa misma armonía interior a todos los aspectos de la vida; se aprende a estar presente en vez de huir de la vida, en vez de estar ausente. La vida acontece en movimiento, no acontece en un lugar aislado y estático, entonces es importante desarrollar las técnicas necesarias para encontrar esa armonía en el dinamismo que es la vida.
FASE ESTRATÉGICA: La tercera fase es más sofisticada puesto que consiste en aplicar los preceptos estratégicos de MAMBA-Ryu a los procesos mentales del Mindfulness: nos referimos a un Mindfulness estratégico. Aquí se aprende a hacer una selección preferencial, consciente de en qué vamos a pensar en cada momento; vamos a enfocar nuestro pensamiento a plena consciencia de que hay ciertos pensamientos, ciertas emociones que nos favorecen más que otros y que nos conducen a la paz y a la armonía interior, mientras que otros por lo contrario nos llevan a la miseria, a la desdicha. Estamos ejecutando, emprendiendo los movimientos mentales como si fuesen piezas en un tablero de ajedrez, a sabiendas de que el oponente somos nosotros mismos.
¿Para qué sirve el MAMBA Mindfulness?
En los Estados Unidos se emplea el Mindfulness en programas antiestrés, en programas de recuperación de patologías criticas, como problemas cardiacos, cáncer, o incluso SIDA; clínicamente se emplea en toda situación en la cual es imprescindible para el paciente, ya sea por causas fisiológicas o psicológicas, ejercer control sobre sus procesos mentales y emocionales. Estas personas tienen que aprender a vivir en el presente porque el presente es todo lo que uno tiene, el pasado ya no existe, y el futuro ¿quién sabe? Con el Mindfulness uno aprende a controlar la mente y él que controla los pensamientos ejerce un control, una influencia importante sobre las emociones; y como las emociones son una gran conexión entre la mente y el cuerpo es importante para estos pacientes aprender a manejarlas. Él que controla los pensamientos ejerce control sobre las emociones y el que controla las emociones ejerce cierto control sobre el cuerpo, sobre la vida misma. Para las personas que viven un nivel de vida estresada o tienen un carácter nervioso el Mindfulness les enseña a controlar cómo pensar, cómo sentir, cómo vivir, cómo estar.

El Mindfulness también sirve para las personas que están afectadas por una crisis emocional, o por la depresión o la ansiedad. Estas personas también tienen que aprender a estar presentes. Los deprimidos viven en el pasado ya que temen que las tristezas y tragedias del pasado se manifiesten inevitablemente en el futuro; proyectan el pasado sobre el futuro. Los ansiosos temen por el futuro, es decir, temen que el futuro les vaya a traer algún desastre, inesperado o no, y viven imaginándose posibles calamidades del porvenir; proyectan un futuro indeseable sobre el presente. Tanto los deprimidos como los ansiosos son incapaces de apreciar el presente, ambos viven en sus mentes, victimas emocionales de procesos mentales que les atrapan en el allá y el entonces, en vez de saber aprovechar la paz del momento presente, del aquí y del ahora.
Hay un cuento Zen que capta muy bien la actitud del Mindfulness con respecto al valor de saber vivir en el presente:

Erase una vez un monje que iba caminando una tarde por el bosque. De pronto se vio acosado por un tigre y para huir tuvo que tirarse por el borde de un precipicio agarrado de una liana. Pero conforme descendía por la hiedra escapando del tigre descubrió que abajo no lo esperaba más que otro tigre igualmente fiero y hambriento. Colgado así entre dos tigres las cosas sólo empeoraron cuando aparecieron unas ratas que comenzaron a roerle la liana por encima de donde estaba agarrado. Buscando a su alrededor, dándose cuenta de lo catastrófico de su situación de pronto su mirada topó con una sabrosa y madura fresa silvestre que estaba a su alcance. Con una sonrisa en los labios el monje arrancó la fresa del suelo y se deleitó con el sabroso manjar.

El MAMBA Mindfulness enseña a vivir en el presente pero no sólo para el presente. La vida consiste en una serie de momentos presentes, en un fluir continuo del tiempo que comienza para el individuo con la vida y que le lleva a un final cierto: la muerte. Hay veces que uno tiene que ‘estar’ en el futuro, porque el que no planea su futuro se perderá en el presente; y hay momentos en los que uno tiene que ‘estar’ en el pasado, porque el que no entiende su pasado padecerá de él. Pero el problema con la mente humana es la tendencia patológica que tiene para huir del presente viviendo, sufriendo, padeciendo en el pasado, en el futuro, en la fantasía, perdiendo de vista las auténticas maravillas de la paz interior y la armonía espiritual que sólo el presente nos ofrece.

Entrevista de Elizabeth González Musello
con El Maestro-Fundador J. A. Overton
Guerra